sábado, 27 de agosto de 2011

A DESHORAS...


(POESÍA DE BEATRIZ LILIANA ESLIMAN)

Cuántas soledades se enredan en sombras,
parecen fino encaje que visten mi piel descarnada.
 Cruel castigo de haber nacido mujer a deshoras
en una noche de austeras templanzas acobardadas.
Qué vida incierta y no por ello menos placentera,
que en febrero dió comienzo hasta llegar la muerte.
Pálida mirada que va en busca de  visión certera
y  en un recoveco de oscuridad busca la suerte.
Sin piedad enhebro el hilo de un destino furtivo
que en salvaje agonía solicita  ciega confesión
para emigrar el fantasma que ronda fugitivo,
 entre mi pubis deseoso en eterna confusión...

 
©copyrigth 2011. de Beatriz Liliana Esliman.(derechos reservados del autor)

CONTRASTE


(POESÍA DE BEATRIZ LILIANA ESLIMÁN)

Delicioso contraste que presenta mi carne expuesta
ante millones de almas inadvertidas del clavo punzante
que perfora mis entrañas sin oír el cercano grito de dolor.
¡Cuánta indiferencia acumulada en sombría existencia!
Retumban palabras sin pronunciar y enmudecida desisto
de emitir un canto que invoque al  noble espíritu soñador.
Detenida en tiempo, Dorian es mi reflejo de lo que soy
aunque  a veces soy Jekill y otras Mr. Hyde en mi espejo...
pd: Soy lo que otros imaginan... y a veces soy lo que quiero ser...

©copyrigth 2011. de Beatriz Liliana Esliman.(derechos reservados del autor)

miércoles, 24 de agosto de 2011



(POESIA DE BEATRIZ LILIANA ESLIMÁN)
Y si este suelo arcilloso donde hundo mi pies,
me tapan hasta la boca, no será poca cosa,
si trabajo he de tener para no sumergirme
en el desvelo que causó tu ingrato aparecer....


©copyrigth 2011. de Beatriz Liliana Esliman.(derechos reservados del autor)
(POESIA DE BEATRIZ LILIANA ESLIMÁN)

Quieta, como la piedra, has dejado mi ilusión,
habré mirado a medusa y ella como traición,
en roca convirtió tu alma sin compasión...
Estatua ya eres en la historia de mi corazón.


©copyrigth 2011. de Beatriz Liliana Esliman.(derechos reservados del autor)
(POESIA DE BEATRIZ LILIANA ESLIMÁN)
Que broten rosas en el lugar que has perdido,
que un jardin de magnolias ahuyenten el dolor,
para curar heridas subversivas que matan
con la fuerza de la palabra sin temor.


©copyrigth 2011. de Beatriz Liliana Esliman.(derechos reservados del autor)
(POESIA DE BEATRIZ LILIANA ESLIMÁN)
No alcanzaran dos alas , por majestuosas que sean
para llegar hasta vos...
Condena lascerante quedarme sin cielo en este instante
y cubrir de polvo mi orgullo, y encerrarme de a poco
en esta fosa oscura que ahoga con solo pronunciarte.
Inmerecido destierro, que estrangula mi esperanza
en el mientras tanto de mi infinita e infructuosa espera...

©copyrigth 2011. de Beatriz Liliana Esliman.(derechos reservados del autor)
(POESIA DE BEATRIZ LILIANA ESLIMÁN)
La noche se cierne sobre mi cabeza como el púlpito de una iglesia,
y se hacen ecos los pecados concebidos y extasiados sin confesión.
Mi alma transita el túnel de los olvidados mientras fenece en un grito...
el último que emane de mis cuerdas mudas y espantadas de dolor...


©copyrigth 2011. de Beatriz Liliana Esliman.(derechos reservados del autor)

(POESIA DE BEATRIZ LILIANA ESLIMÁN)
Un cuervo asecha a mi cuerpo destripado de dolores,
tendrá alimento fresco, néctar de sangre olvidada...
Un cuervo asecha a mi sombra, me persigue a toda hora,
entonces me quedaré inmóvil para que coma y destroce...
©copyrigth 2011. de Beatriz Liliana Esliman.(derechos reservados del autor

(POESIA DE BEATRIZ LILIANA ESLIMÁN)

Mujer de llanos sensibles, de laderas eperanzadas,
que arribo a mi montañas para expiar el hondo dolor.
Mujer que nada en el río de sus noches solitarias
buscando en el barco hundido de tu desamor...

©copyrigth 2011. de Beatriz Liliana Esliman.(derechos reservados del autor)







(POESIA DE BEATRIZ LILIANA ESLIMÁN)
Eres más que una hoja seca mecida por el viento,
eres el mismo viento que mece a mi corazón
y si de pena en pena me tienes será que es invierno
y frío me dejas si comprender mi ilusión. (BEA)
©copyrigth 2011. de Beatriz Liliana Esliman.(derechos reservados del autor)

PROFANACIÓN

(POESÍA DE BEATRIZ LILIANA ESLIMÁN)

Aún crujen  en mis oídos las palabras  que ayer  pronunciara,
intrépidas, irrespetuosas  y maldecidas por tu venganza;
en mi pequeña casa de abecedarios en donde  tus jeroglíficos
se juntan con  sarcófagos milenarios de tus mentiras sagradas.
Ni el Nilo, ni las aguas del Tigris o del Eufrates te  inundan,
 siempre quedas a salvo en alguna pirámide no descubierta
como si dos eternos amos de la muerte te dieran la oscuridad
para mantenerte a resguardo de la luz de tu imperio desvanecido.
Te crees faraón, amo y señor  de lo que nunca ha existido,
mientras la diosa Isis peina los cabellos de Nefertiti inmóvil
que yaciente y adornada con joyas y telas, se pudre sin más
mientras una negra araña acaricia su rostro y una serpiente
vocifera las condenas de gente como tú, profanador de amores...

©copyrigth 2011. de Beatriz Liliana Esliman.(derechos reservados del autor)

viernes, 19 de agosto de 2011

LA CARTA


(CUENTO DE BEATRIZ LILIANA ESLIMÁN)


Llovía, y como siempre Buenos Aires se veía hermosa, la gente volvía de sus trabajos, las calles se inundaban de paraguas multicolores, como presagiando al arco iris que precede a la lluvia.
Nada es fácil en esta ciudad y menos aún conseguir un taxi a la seis de la tarde de un viernes gris y lluvioso. Todos los transeúntes querían llegar a destino, la prisa los hacía empujarse unos con otros, en esa multitud presurosa por llegar al fin de semana. Una mujer elegantemente vestida y con tacones intentaba saltar un charco de agua, una madre y su niño corrían, pero ya era tarde, la fina lluvia los cubría de pies a cabeza. Más allá una anciana intentaba llegar a la escalera del metro, porque justo ese día el ascensor externo había dejado de funcionar, así que media tambaleante, enfundada en un impermeable gris y viejo y con un paraguas roto por el viento, sus deseos la hicieron llegar a destino bajando las escaleras con un sigilo casi felino. Detrás dos mujeres jóvenes de unos quince años sin protección alguna, recibían  a la lluvia en sus cabezas como agua bendita, y reían a carcajadas de la situación ó quizás de algún secreto que solo ellas escondían.
Cada uno tenía un destino, como dije antes, todos diferentes, tan desiguales, estaba el que quería llegar a casa para no mojarse sin más, la que deseaba llegar al supermercado para refugiarse un rato de la lluvia, el motociclista que debía entregar una medicina a tiempo, el sacerdote que a las siete de la tarde debía dar misa en la Iglesia del Pilar, pero también había gente que no tenían un destino y casi podría decirse que tampoco…un final. 
En todas las grandes ciudades, los viernes son de infierno, y si a eso se le agregaba la lluvia, era un día caótico, esos de olvidar, pero a pesar de todo ello, Buenos Aires se veía hermosa.
Juan recorrió casi media ciudad desde, su oficina, en el Barrio de Belgrano hasta San Telmo, dicho objetivo maratónico tenía un motivo, llegar y encontrarse con Irene, su compañera, su mujer, la que siempre lo esperaba con una buena taza de  café humeante y unos scons caseros que ella misma le preparaba como  pequeña demostración de su amor infinito. Cada tarde de invierno era igual, no debía cambiar, siempre era así. Juan llegó a su casa, dejó el impermeable húmedo en el pasillo, y a un costado su maletín, recorrió el largo hall de entrada de la inmensa casona antigua, de la calle Balcarce, subió por la amplia escalera de mármol blanco apoyándose en las barandas de bronce con figuras de ángeles y flores en armonía celestial, llegó hasta el primer piso,  y el silencio era tan grande, que la lluvia al caer contra las ventanas, provocaba mayor estruendo; la oscuridad era inusual, y hasta le sorprendía, pues no era normal que se le recibiera con tanta indiferencia. Giró a la derecha directo hacia el cuarto y nadie había allí, ni siquiera el gato se acercó a recibirlo, pero alcanzó, a percibir inmediatamente al entrar a la habitación, que allí había estado Irene porque suyo era ese perfume mezcla de jazmines y magnolias, que le recordaba el verano en pleno invierno porteño.
Era todo tan extraño e inusual, que su presentimiento lo agobiaba.  Hizo un  vano intento por llegar hacia el teléfono, hacer una llamada que despejaría la fría soledad de su alma  pero dió un paso hacia atrás,  y el arrepentimiento se apoderó de él. Inmediatamente vino a su mente la última conversación con Irene, una de las tantas que venían apareciendo como fantasmas para desintegrar la ilusión que aún le quedaba. Entonces un  pálpito  le decía que esa situación sonaba a un adiós, aunque no lo quería entender,  pero así su corazón se lo decía…
Abrió las puertas del gran placard, y en el lugar que ocupaban las ropas  y objetos  personales de  Irene, ya no existían mas que espacios vacíos.  Inerte con sus manos paralizadas, y un nudo en la garganta,  su mirada quedó fija en los estantes y sus ojos se llenaron de lágrimas, pues su mal presentimiento, era real, ella había partido como su instinto se lo decía.
Se colocó  su impermeable, cerró la puerta de entrada y lentamente se alejó caminado por el antiguo Barrio de San Telmo, con sus calles angostas y de adoquines, caminando sin rumbo, caminando como uno más en ese tumulto de gente que quería llegar a sus casas para encontrar cobijo de la lluvia, para encontrar amor y compañía.
Ensimismado en su dolor, casi ciego de espanto y soledad,  no pudo ver a tiempo que arriba de la cómoda una carta estaba prolijamente colocada al lado de un portarretratos de la pareja cuya foto dejó  plasmada para siempre alguna lejana época  de la perdida felicidad. Advertido del mensaje, su corazón comenzó a palpitar tan rápido que sus pies iban más lentos que sus latidos, y sus manos se alzaron a tomar ese sobre, que aún tenía  un dejo de dulce perfume; en ese mismo instante un relámpago se hizo ver con todo su fulgor desde uno de los ventanales de la habitación, y luego vino el trueno que lo ensordeció.  La sensación   era como una  fría daga  que le asestaban por la espalda y atravesaba su corazón, y  Juan creyó que era un sueño, un mal sueño, y que pronto acabaría,  y la realidad le daba el golpe final ver que en sus temblorosas manos estaba la carta, entonces la abrió, aunque dudo unos instantes en leerla,  no antes como un ritual de ruego se la acercó a su pecho como pidiendo a Dios que fuera un maldito sueño, pero era inútil, el papel entre sus manos, con la  cursiva letra de Irene, lo estremeció primero y lo fulminó después, y con lágrimas en sus ojos la leyó.  Siguiéndole un largo largo rato de necesario silencio, solo el sonido de la lluvia se atrevía a violar semejante intimidad en aquella habitación en penumbras. Dejó la carta en el mismo lugar en donde la había encontrado, cerró las puertas del placard vacío ya de esperanzas e ilusiones  y  bajó la escalera con paso desordenado, no podía mantenerse en pie, su soledad le golpeaba el alma en esa casona tan inmensa,  tan llena de recuerdos.
 Juan caminaba sin destino, acompañado de recuerdos que golpeaban fuerte  en  busca de  la puerta del destierro, ya era uno más de aquellos seres que caminaban por Buenos Aires con la mirada fija en nada, aunque en su corazón aún latía la esperanza de que Irene regresara como si todo hubiera sido un mal sueño, un maldito sueño y nada más… 
©copyrigth 2011. de Beatriz Liliana Esliman.(derechos reservados del autor)

BIENVENIDO

(POESÍA DE BEATRIZ LILIANA ESLIMÁN)



No me importa que las bolsas del mundo cayeron,
porque no aquietan el amor que en alza siento por vos.
Hoy Buenos Aires sigue  nublada, y en la Cordillera nevó,
pero no me importa, porque  tu luz llegó como Ulises a Penélope.
Anoche  dormí en tus brazos porque fue nuestra voluntad,
y desperté con un pentagrama de melodías en mi corazón.
Saber que me  esperabas...saber que te esperaba emocionó...
como este primer viaje en barco como únicos tripulantes de este amor.
Ya no hay soledad, ni ecos remotos de que haya existido y estoy feliz.
Bendito el tiempo del encuentro; te divisaba y a mi orilla encallaste;
sutil, poético, sincero....hasta quimérico...y comencé a sentir amor.
No me importa que las bolsas cayeron, ni la nieve... ni la nube.....
solo me interesas vos....
©copyrigth 2011. de Beatriz Liliana Esliman.(derechos reservados del autor)

TERCIOPELO ROJO

(CUENTO DE BEATRIZ LILIANA ESLIMAN)


 Entreabrió la puerta de calle, tenía el presentimiento de que en la oscuridad del salón nadie lo estaba esperando. A tientas caminó por el corredor hasta que llegó al otro extremo y encendió la luz. Era un lugar especial, su única ventana permanecía cerrada y sus persianas bajas. No intentó siquiera abrirla, no consideraba que era necesario. Todo aún permanecía como la noche anterior, la cama deshecha por el movimiento de dos cuerpos que se exigieron con la promiscuidad de dos adolescentes impetuosos. El sillón de terciopelo rojo, aún era el espectador privilegiado de lo que hubo apenas unas pocas horas atrás. En la biblioteca decorosamente guardados se destacaban por su grosor el "Ulises" de Joyce, "La Montaña Mágica" de Tomas Mann y" Casa desolada" de Charles Dickens. Esté último era un presagio del presente en aquel lugar despoblado de lujos y con la austeridad cómplice que exige la lectura para desechar cualquier cosa que convide a desconcentrase.
   Se acercó a la luz tintineante del contestador, oprimió el botón y escucho una voz de mujer que decía - Olvídame Octavio, lo de ayer fue una tontería- sonrió tímidamente, como esperando esa voz y esas palabras; nada le asombraba. Fué a la cocina y se preparó un café fuerte, afuera el viento y el frío hacían escarchar hasta los arboles más añosos y experimentados.
   Sus manos llevaban el tazón humeante hasta la estancia desprolija, el aroma del café se mezclaba con el perfume de aquella mujer que huyó en la mañana. Octavio hubiera querido exclamar- ¡al fin te has descubierto!- pero estaba solo y le dió vergüenza.
  Necesitaba escuchar hablar, callar, memoria y olvido todo de una sola vez. Y en esa soledad sombría, buscó un disco, y María Callas fue la elegida para abandonar la hosca tempestad que le atormentaba hasta los tuétanos. No quiso llorar. Derramar una lágrima no la devolvería a su vida. Sentado en el mismo sofá de terciopelo rojo,  como el color de los labios de ella, casi recostado, miró al cielo raso en busca de inspiración divina que le fuera de ayuda. A cambio recibió la tenue imagen de un techo blanco y tan frío como la nieve que afuera todo lo poseía.
  Bebió su café lentamente, casi de idéntica forma como anoche había disfrutado del sabor y el aroma de aquella hermosa mujer no desconocida. Mientras tanto desde la vieja Biblioteca un estante le estaba dando la respuesta a todo en los libros de Marcel Proust, "En Busca del Tiempo Perdido"....

 ©copyrigth 2011. de Beatriz Liliana Esliman.(derechos reservados del autor)

domingo, 14 de agosto de 2011

VENUS TE NEGÓ TRES VECES...

(POESÍA DE BEATRIZ LILIANA ESLIMÁN)

Debo aprender a no decir lo que siento, porque me expongo inútilmente
a la broma absurda de que escuches y te alejes creyéndote perseguido.
Cerraré mi boca y mi corazón para que no haya filtraciones, para no amar...
Seré una estatua de mármol frío y sin emociones, esto por tí , lo he aprendido.
Mis yerros son el pecado  y el alto precio  de merecer tu ausencia, mi condena.
No admito el amor  con vacilaciones, porque entonces no es amor sino cavilaciones.
Soy la misma mujer que intentó recibirte y por resultado, Venus te negó tres veces
como la misma Biblia de un amor que nació de repente y también de repente feneció...


©copyrigth 2011. de Beatriz Liliana Esliman.(derechos reservados del autor)


SABER ESPERAR...

(POESÍA DE BEATRIZ LILIANA ESLIMÁN)

Estoy dispuesta a  beber de tu fuente,
tan solo deja que me acerque y verás.
No soy  un ave de paso en esta tierra
solo vuelo hacia donde quiero llegar.

Recíbeme con el corazón desnudo,
sin máscaras ni velo que lo cubra.
Aquí me poso, esperándote sin más.
Tú lo sabes  y conoces mi verdad.

Qué sugestivo misterio fue encontrarte,
aquí en el mar de la bella casualidad.
Desbordas mis  lejanas y antiguas utopías
y permites que sueñe que serán realidad.

Solo entiende, que si algunas noches
te extraño no es posesión lo que busco,
sino acercar tu encuentro un poco más,
y si aún lo dudas, recuerda mi sonrisa....

Esperar, sin desesperar,
Imaginarte acariciando mi vientre
con esas manos que hoy guardas,
y temblar cuando lo hagas,  por haberte sabido esperar...


©copyrigth 2011. de Beatriz Liliana Esliman.(derechos reservados del autor)





"PARANOIA"

(CUENTO DE BEATRIZ LILIANA ESLIMÁN)

Corría, con la sensación de libertad que solo el viento, podía otorgarme, tal caricia recibida del cielo. El bosque, a mis pies, como alfombra verde y colorida inundada de flores, soportando mi cuerpo que huidizo, esquivaba árboles silvestres, como en un juego laberíntico.
Mi prisa fue detenida por la aparición de un pequeño ciervo herido, que desparramado en el suelo, clamaba por auxilio en la soledad de la naturaleza que lo rodeaba todo…y no dudé en arrodillarme junto al bello animal, que sufriente, expiraba su último aliento. Luego, quieta como un tronco más de aquel espesor de árboles, estaba expectante de que apareciera la fiera que le había atacado. Mi corazón comenzó a latir velozmente. Sentía que me acechaba la misma suerte del inerte animal.
El cielo iba transformándose como un mapa de estrellas, que se reflejaban en mi vestido blanco y amplio, que me permitía un andar ligero y salvaje. Escuché el crepitar de pasos leves, esquivos, casi felinos y no pude contener el temor que corría por mi cuerpo, sin dejar un milímetro de la epidermis, sin sentirlo. Me cobijé detrás del grueso tronco de un árbol, con la ingenuidad de que esto me salvaría de un ataque artero y rápido.
Mis manos transpiraban, y la humedad de ellas fueron advertidas por mi rostro, cuando cerré mis ojos, para asegurarme que no quería verme atacada, entonces posé las mismas en señal de protección desesperada.
Quedé inmóvil largas horas, el sol asomaba con sus primeros rayos del alba…y desperté…mi cama estaba suave, el reloj me anunciaba que ya era hora de levantarme, para comenzar otro día , me dí el baño matinal, dejando correr el agua tibia sobre mi piel, que en la noche había transpirado, por aquel sueño, que no recuerdo… como sucede con todos los sueños, y al asomarme a la ventana, allí estaba aquél hombre que la noche anterior me siguió, a pasos apurados, hasta casa.
Ese día no salí, el miedo se apoderó de mí como en un sueño, solo que esta vez,  algo sentía  que me esperaba como una daga, o como las garras de una fiera. Golpearon a la puerta del cuarto, y mi madre, parada junto al médico me anunciaba que debía ser internada. Yo no quería abandonar mi territorio, la habitación era un fuerte inexpugnable; hasta que ellos llegaron y me llevaron atada, porque mi resistencia aún era fuerte, poderosa como una fiera que es acechada …

©copyrigth 2011. de Beatriz Liliana Esliman.(derechos reservados del autor)

jueves, 4 de agosto de 2011

DE CÓMO EL EMBUSTERO DE LUX MURIÓ COMO UN NOBLE Y BUEN SEÑOR.

(CUENTO DE BEATRIZ LILIANA ESLIMAN)

DE CÓMO EL EMBUSTERO DE LUX MURIÓ COMO UN NOBLE Y BUEN SEÑOR. (INSPIRADO EN UN CUENTO DE GIOVANNI BOCCACCIO)
 No existía en la comarca de Lux, un hombre tan astuto y mentiroso, como Tarzio que hacía del engaño su modo de vida. Hasta el punto que en ciertas circunstancias, él creía de sus propias mentiras, pues era tal su arte de mentir que llegó a ser el más famoso embustero de kilómetros a la redonda. Se acercaba a los treinta años, y era de tan noble estirpe, que como caballero, todas sus mentiras se transformaban en realidad en el imaginario colectivo del pequeño pueblo de Lux. Jamás había hecho un trabajo que le demandare esfuerzo alguno, a lo sumo, se había dedicado toda su vida a recibir las herencias de sus ascendientes ricos y nobles que se habían ido de este mundo sin dejar descendencia, y Tarzio sabía que de a poco sus parientes iban cayendo como moscas, hacia el Paraíso ó el infierno… Pero, en su inteligencia mal entendida, cuando la fortuna menguaba Tarzio echaba mano a la mentira y al engaño, para no quedarse sin los fondos necesarios que le permitieran una vida de príncipe, con lujos y lujuria, siendo apenas un conde de un pueblo casi desconocido. Era tal su magnetismo y seducción que hizo enamorase a cuanta doncella del pueblo Dios le había puesto en su camino; y fue así, que en busca de un buen pasar sin privaciones, un día sedujo a la hija del rico comerciante de la comarca, la bella Sarah, quien no tardó en caer bajo los hechizos de sus mentiras y creyendo en él, fue a perder su virginidad con este noble caballero embustero, considerándolo merecedor de todos sus ocultos y externos encantos de mujer. Pero Tarzio, que no era afecto a los amores sino a los valores en metálico que ella le proveería, no capturó la belleza de la infeliz Sarah, sino la fortuna que heredaría en poco tiempo, ya que el padre de esta doncella era un señor de avanzada edad y de acaudalada fortuna y tierras. Después de sucesivos encuentros, entre los amantes, en lo oculto del día ó en la oscuridad que les diera la noche, Tarzio, hombre de pocas virtudes, en especial de la virtud de la discreción, se había encargado de divulgar aquellos encuentros amorosos entre la chusma popular, con el solo y único fin de asestarle el golpe final a su planificada historia. Y fue así. que con la virtud mancillada en público de la doncella Sarah, su anciano padre se vió en la obligación de invitar al ruin caballero a su casa a fin de arreglar los detalles de la boda, con su amada y única hija. La boda se concretó en primavera, y concurrieron las familias más nobles de la comarca, la felicidad de los contrayentes, era disfrutada por ambos, pero obviamente con diferentes objetos de deseo, para ella, el amor, para él, una forma rápida y segura de lograr… la fortuna que tanto le apetecía poseer. En el invierno más próximo, como era de esperar, por su ancianidad y salud vulnerable, el padre de la bella Sarah partió de este mundo, y sus bienes y heredades fueron a parar en manos de su yerno, el inescrupuloso y embustero Don Juan. No tardó el día de que la inmensa fortuna se esfumó y Tarzio, decidió marcharse dejando a su esposa sola y desconsolada, y aunque sus súplicas de amor le fueron dichas, el caballero tomó rumbo desconocido hacia un lugar lejano de aquél a donde había cometido sus vilezas. Y al cabo de dos días y dos noches, en una noche fría del nevado invierno este ruin señor, de noble estirpe, pero de corazón tan humano y pecador, llegó a un pueblo, llamado Doux, dejando atrás en la distancia la casa y la esposa de los que había partido, cuidando de no dejar rastros de su existencia y de sus mentiras. Con escaso dinero entre sus alforjas, pasó la noche en la taberna del pueblo disfrutando de la pasión que le ofreciera, la mesera del lugar, tal cual una rosa roja de pasión y de duras espinas. El buen mozo señor creyó que se había librado de su pasado en Lux, pero lo que desconocía era que le quedaban pocos días para su existencia holgazana y de troperías; pues el viaje que había hecho le hizo contraer pulmonía y no pudo salir nunca más de la taberna hasta que partió hacia otro mundo, oscuro y sin mentiras… Problema mayor dejó al tabernero y a su hija, que las casualidades quisieron que fuera la rosa con la que el noble caballero pasara su última noche de lujuria y pasión. Llamaron a un doctor, pero este le diagnosticó escasas horas de supervivencia, la fiebre lo iba consumiendo, y entrando en delirio un solo nombre esbozó, el de Sarah, la mujer que con pasión desmedida le había ofrecido, su corazón, su virginidad, y su vida. Y viendo el tabernero y su hija que la hora del último sueño se acercaba para este pobre forastero, como era costumbre, se le llamó al cura del pueblo, quien le tomó confesión. Pero ni aún en la más pavorosa fiebre y en los instantes finales de su interesada vida Tarzio dejó de hacer sus fechorías y cuando el sacerdote le preguntó por sus pecados, el joven caballero moribundo, no hizo otra cosa que lo que sabía hacer…mentir con total manejo del arte del engaño; y es así que negando al cura en pleno secreto de confesión, todos y cada uno de sus pecados, hizo negación de la lujuria, negó la gula, negó la codicia, y así sucesivamente , con tanta seguridad y con sollozos , que el religioso le concedió la extremaunción y tuvo hasta la dicha de que sus pecados le fueran perdonados a través de la absolución al moribundo mentiroso, que no pudo ceder a la tentación de mentir ni aún en la hora de su muerte… Y fue así que a la noche de ese mismo día, el joven caballero dejó este mundo, a cuestas con sus mentiras y cavilaciones, tal como había vivido; creyéndose sus propias mentiras, incluso en el mismo instante de su partida, y lo único verdadero y exquisito que poseía era su recuerdo de Sarah, su doncella malquerida. Y como en el pueblo de Doux no era conocido por su noble arte de mentir y de engaños, fue su cuerpo a dar al cementerio de la Iglesia; y hasta tuvo la dicha, aún después de su muerte que el coro de niños de la parroquia le cantara el salmo de despedida a su última morada, después de tantas mentiras…

©copyrigth 2011. de Beatriz Liliana Esliman.(derechos reservados del autor)


martes, 2 de agosto de 2011

HAS DE CUENTA QUE NO ME HAS VISTO

(POESÍA DE BEATRIZ LILIANA ESLIMÁN)

Siempre visto de esperanza,  aún en la adversa realidad;
he conocido el susurroy el grito, y opté por la calma.
No guardo debajo de  mi almohada sueños hilarantes,
y prefiero apoyar mis manos en mi lecho sin dueño.

Absorbí néctares de besos que he amado y recuerdo,
más consigo despojarme del desierto de tu ausencia.
Sobrevivo a un dolor  que carcomió tejidos y huesos
pero soy una mujer compuesta de noble madera y acero.

No me alcanzarán los desamores, ni el injusto olvido padecido.
Soy flor que renace en primavera,  aunque el invierno  sea cruento.
Ningún viento deshojará mis pétalos, solo caerán cuando maduren.
Estoy yerma de amores, pero  más de un alma no me olvida....

Aún con mi frágil cuerpo de mujer,  derrivo pétreas fronteras.
Me gustan los desafíos que me animan a demostrar mi fortaleza
No me creas ingenua, ni torpe, lo que mostré fue voluntario.
Si no me quieres, sigue de largo, has de cuenta que no me has visto...

©copyrigth 2011. de Beatriz Liliana Esliman.(derechos reservados del autor)





NAVEGO CON VALOR

(POESÍA DE BEATRIZ LILIANA ESLIMÁN)

Como un árbol que muerto se creía y renació,
así hoy es mi día, con aurora clara y triunfadora,
emergiendo en un nuevo horizonte sin obstáculos;
diviso como en peregrinación mis diáfanas esperanzas.
Nada debo, más todo lo doy, porque así soy,
El sol del mediodía  en lo alto bendice mi existencia,
y me alejo de toda decadencia sonriendo una vez más...
No me asustan los recuerdos, ni sus espectros vacilantes.
Riego con constancia  la espera de un nuevo amor,
ya no quiero más quimeras que enluten mi corazón.
Estoy entera, el dolor no quebró mi barco que navega,
y sigo siendo la mejor capitana para mi timón.
Soy feliz, en mar o en tierra, soy una mujer con valor....

©copyrigth 2011. de Beatriz Liliana Esliman.(derechos reservados del autor).