Son acaso los dolores de la ausencia
que me llenan de apasionada inspiración.
Y si caigo en el vértice opuesto al deseo
comen mis huesos los olvidos extenuados.
Mansedumbre que rechazo con enojo;
rutina absurda que repite errores
incendiando al imperio como Nerón
jactándose que todo es destrucción.
Firme, y despacio camino sobre el borde,
de un lado esta el todo, del otro la nada;
en ese sutil límite de corazonadas idiotas
que a veces cobra la vida de un buen amor.
Suicida de amores, no me entrego a la rutina,
no habrá hombre que me salve de padecerla,
las promesas no alcanzan, la belleza tampoco,
ellas engañan corazones, pero yo no les creo.
©copyrigth 2011. de Beatriz Liliana Esliman.(derechos reservados del autor)
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