Érase una vez el viento el que estrujó mi caparazón,
sin dejar más que rasguños en mis campos de ilusión,
entre el fétido aroma de cuerpo sin vida y abandonado
a su maldita suerte por haber amado y manifestado.
Apenas he oído el canto de la muerte que pasó de largo
y en flor, mi cuerpo convirtió, compadeciéndose llorosa.
¿Qué impide que hasta ella no quiera llevarme lejos
a los infiernos que una vez , a solas me prometió...?
Creo entender el mensaje, aunque sin despedida funeral,
dejó atado a mis pies como cadenas, el amor, y su castigo.
Maldición de haber nacido mujer sin más defensas que mi ser
y se niega a postrarse ante quien no merece su pasión.
La resurrección que la muerte me obsequió será mi suerte,
sigo viva en algún corazón que se finge desierto de momentos
y otros me reclama atención y todo mi amor como alimento.
Aquí estoy, mis manos a escondidas, en secreto, suplican.
He jurado no volver a enamorarme, promesa incumplida,
por la que pago alto precio, con mis heridas y tus idas...
¡No me arrepiento, tengo todo el sol dentro para tu sombra,
no hay de que defenderme si hasta la muerte me devolvió viva!
©copyrigth 2011. de Beatriz Liliana Esliman.(derechos reservados del autor)
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