Todo en mí sucumbe ante tus ojos,
que desnudan secretos guardados
desde los tiempos de mi soledad
encapsulada en feroces lágrimas.
En esta espera permito tus roces,
por ser necesarios y urgentes
para mi piel que se embellece
imaginando tus manos surcándola.
He desterrado el orgullo miserable,
y la soberbia que envilece el alma
tan solo detento la única esperanza
de que vengas y te recuestes a mi lado.
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