A veces el mar aleja sin barrera,
otras, asombra impetuoso y vivaz
entre los vaivenes de las grandes olas
que como arrullos sordos acompañan
y complace los sentidos ebrios de sal
con tanta inmensidad perdida en el horizonte.
Se acercan recuerdos sigilosos a la orilla,
que reciben la memoria de un tiempo viejo.
Si el sol verticalmente acaricia pieles,
la arena se convierte en el lecho del cuerpo
que descansa de trajines pasados y traicioneros.
No hay tempestad a la vista, el viento mueve la vela,
algùn barco hace sentir su presencia sostenida.
Sumergirè mi cabeza en el agua que llama victoriosa.
Nadie navegarà por mì, soy timòn de un mar bravìo.
©copyrigth 2011. de Beatriz Liliana Esliman.(derechos reservados del autor)
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