sábado, 15 de enero de 2011

BRÚJULA.


( DE BEATRIZ LILIANA ESLIMÁN)

  La latitud en que se encuentra  el olvido,  a veces es  difícil de ubicar, aún con la ayuda de una brújula que señala el Norte perfecto. La desorientación  es el producto de todos los desencuentros afectivos y  verbales que llevan a una inxorable pérdida del rumbo. Sin que medie animosidad ni malicia en el hecho consumado.
  La horfandad se apodera del corazón sin dejar un señuelo que permita buscar el camino hasta llegar al cielo  que espera en soledad; y el arrepentimiento no tiene cabida en el umbral de la exploración  hasta encontrar el blanco que atesore los amores y rencores consumados.
  Sigilosa la paciencia incipiente se va convirtiendo en la fuerza que atesora el desaliento para delimitarlo;  y no deja que  erosione a la esperanza que aún permanece  en movimiento como única señal de vida. Se sonroja la vergüenza a manera de vestido, e impulsa a la audacia sin límites, que  espíritu y cuerpo solicitan desesperadamente.
  Atrás queda la inquina de la amarga soledad, pues todo se  ha cubierto de presencia y valentía. No me pierdo en afectos vanos, ni me pierden  las inequidades padecidas. Doy vuelta la hoja y el libro de la vida me depara otra sorpresa para degustar. Otro Norte me espera, no me desorienta el miedo, ni la miserable forma de recordarme. El humano egoísmo no logra  arroparme, por el contrario, soy benefactora del buen amor.

©copyrigth 2011. de Beatriz Liliana Esliman.(derechos reservados del autor)






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